El Conejo de Pascua tiene sus orígenes en las celebraciones de las culturas germánicas y anglosajonas pre-cristianas en honor a la diosa Ostara a la que rendían homenaje en los días del Equinoccio de primavera. Los anglosajones llamaban al mes de abril "eosturmonath" en homenaje a la diosa madre. Por su simbología con la fertilidad era representada en forma de coneja o de liebre.
Ostara deriva de la raíz proto-indoeuropea *aues-, "brillar". La Diosa madre o de la fertilidad asociada al comienzo de la primavera, es una diosa del "amanecer" o del "despertar" de las fuerzas germinativas y del impulso sexual rezada, reverenciada desde los tiempos neolíticos hasta hoy en diferentes manifestaciones, formas y nombres.
El Huevo es un símbolo universal de fecundidad. En Egipto, Medio Oriente, la Galia, Europa del este, etc., en el Equinoccio de primavera los huevos eran decorados con colores, se regalaban y se comían. Se les confería un significado sagrado en la Pascua.
Hay una leyenda germánica que dice que en el Equinoccio de primavera tendrás un año de abundancia si se te aparece en el bosque el Conejo blanco que esconde huevos de oro o si encuentras un huevo de oro.
Por el Equinoccio de primavera las adolescentes celtas escondían al pie de los árboles huevos decorados para que los chicos fuesen a buscarlos. Era un juego sagrado de búsqueda de pareja.
En Egipto eran regalados, en La Galia eran enterrados, muy ligados a consagrar la cosecha, pues en estos días da comienzo la siembra.
Tras la importación del cacao de América desde el siglo XVIII se vienen haciendo de chocolate.
Ostara deriva de la raíz proto-indoeuropea *aues-, "brillar". La Diosa madre o de la fertilidad asociada al comienzo de la primavera, es una diosa del "amanecer" o del "despertar" de las fuerzas germinativas y del impulso sexual rezada, reverenciada desde los tiempos neolíticos hasta hoy en diferentes manifestaciones, formas y nombres.
El Huevo es un símbolo universal de fecundidad. En Egipto, Medio Oriente, la Galia, Europa del este, etc., en el Equinoccio de primavera los huevos eran decorados con colores, se regalaban y se comían. Se les confería un significado sagrado en la Pascua.
Hay una leyenda germánica que dice que en el Equinoccio de primavera tendrás un año de abundancia si se te aparece en el bosque el Conejo blanco que esconde huevos de oro o si encuentras un huevo de oro.
Por el Equinoccio de primavera las adolescentes celtas escondían al pie de los árboles huevos decorados para que los chicos fuesen a buscarlos. Era un juego sagrado de búsqueda de pareja.
En Egipto eran regalados, en La Galia eran enterrados, muy ligados a consagrar la cosecha, pues en estos días da comienzo la siembra.
Tras la importación del cacao de América desde el siglo XVIII se vienen haciendo de chocolate.
Ostara derivó a "Ostern" (Pascua en alemán) y a "Easter" (Pascua en inglés), que simbolizaba la generación de la primavera. En la actualidad, los países anglosajones mantienen la Pascua con su tradición de decorar y esconder los huevos como símbolo de abundancia para todo el año. Los devotos cristianos celebran su culto de Semana Santa en el recinto de sus iglesias. Han sujetado con más fuerza que los españoles su Memoria vital...
El cristianismo conquistador de almas y mentes, para implantar su culto dominante sobre las culturas anglosajonas, fuerza su imposición, y decide hacer en esta ocasión así: el Conejo pasó a ser mensajero de cristo, y los huevos no se comerán en los días de cuaresma, hasta que llegue el domingo de Pascua.
Dice así la leyenda cristiana del conejo para los anglosajones:
Cuando metieron a Jesús al sepulcro que les había dado José de Arimatea, había dentro de la cueva un conejo escondido que, muy asustado, veía cómo toda la gente entraba, lloraba y estaba triste porque Jesús había muerto. El conejo se quedó ahí viendo el cuerpo de Jesús cuando pusieron la piedra que cerraba la entrada y lo veía y lo veía y se preguntaba quién sería ese señor a quien querían tanto todas las personas. Así pasó mucho rato viéndolo, todo el día y toda una noche, cuando de repente vio algo sorprendente: Jesús se levantó y dobló las sábanas con las que lo habían envuelto. Un ángel quitó la piedra que tapaba la entrada y Jesús salió de la cueva ¡más vivo que nunca! El conejo comprendió que Jesús era el Hijo de Dios y decidió que tenía que avisar al mundo y a todas las personas que lloraban que ya no tenían que estar tristes porque Jesús había resucitado. Como los conejos no pueden hablar, se le ocurrió que si les llevaba un huevo pintado, ellos entenderían el mensaje de vida y alegría, y así lo hizo. Desde entonces, según la leyenda, el conejo sale cada Domingo de Pascua a dejar huevos de colores en todas las casas para recordar al mundo que Jesús resucitó y que hay que vivir alegres.
Cuando metieron a Jesús al sepulcro que les había dado José de Arimatea, había dentro de la cueva un conejo escondido que, muy asustado, veía cómo toda la gente entraba, lloraba y estaba triste porque Jesús había muerto. El conejo se quedó ahí viendo el cuerpo de Jesús cuando pusieron la piedra que cerraba la entrada y lo veía y lo veía y se preguntaba quién sería ese señor a quien querían tanto todas las personas. Así pasó mucho rato viéndolo, todo el día y toda una noche, cuando de repente vio algo sorprendente: Jesús se levantó y dobló las sábanas con las que lo habían envuelto. Un ángel quitó la piedra que tapaba la entrada y Jesús salió de la cueva ¡más vivo que nunca! El conejo comprendió que Jesús era el Hijo de Dios y decidió que tenía que avisar al mundo y a todas las personas que lloraban que ya no tenían que estar tristes porque Jesús había resucitado. Como los conejos no pueden hablar, se le ocurrió que si les llevaba un huevo pintado, ellos entenderían el mensaje de vida y alegría, y así lo hizo. Desde entonces, según la leyenda, el conejo sale cada Domingo de Pascua a dejar huevos de colores en todas las casas para recordar al mundo que Jesús resucitó y que hay que vivir alegres.
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